A tan solo tres cuartos de hora escasos de Monzón y Binéfar se encuentra un verdadero paraíso. No tan conocido como el salto de Bierge (que se ha puesto imposible, yo hace años que no voy) o como Rodellar, verdaderos puntos de atracción de la parte de la sierra de Guara más cercana la zona oriental de Huesca, la localidad de Morrano encierra un paraje espectacular que te introduce en el mismo barranco de la Peonera, en el río Alcanadre. El paraje se llama Fuente de la Tamara y los bañistas se mezclan con los del “neopreto” que bajan de la parte superior del congosto.
El trayecto en coche nos lleva a la
autovía de Huesca. Salimos en el desvío de Peraltilla y nos internamos por
Azara, Azlor hasta Abiego. Pasada esta última población tomamos el desvío hacia
Bierge. Una vez atravesada esa localidad y el salto continuamos unos kilómetros
más por una carretera sinuosa de las de “me gusta conducir” hasta que
alcanzamos la localidad de Morrano. Allí dejamos el coche y cruzamos la
carretera donde vemos un camino de tierra que a los pocos metros tiene un tramo
de cemento. Continuamos hasta que llegamos a una especie de explanada. Allí
comienza el sendero.
En total son unos 45 minutos que a la ida son de bajada (no
en vano nos vamos al fondo de un barranco) aunque hay tramos de pequeñas
subidas (será para compensar) A escasos diez minutos de haber dejado la citada
explanada nos encontramos una señal que indica el Huevo de Morrano y el Pinar
de Morrano. El Huevo es una formación espectacular que podemos divisar durante
toda esta primera parte del camino. Parece de esas formaciones rocosas de las
películas del oeste. En todo caso, ignoramos esa señal para ir al huevo (lo
dejamos para otra ocasión) y continuamos por el sendero de Fuente La Tamara.
Nos internaremos en el bosque y vadearemos un par de
pequeños barrancos. Hay algún tramo empinado así que “parar cuenta” con los
resbalones. Os recomiendo algo obvio pero que la gente a veces no tiene en
cuenta: llevar un “calcero” bueno. El entorno es espectacular y cuanto más
descendemos más sobrecogidos estamos por las colinas y montañas que nos rodean.
Pero eso no es nada comparado con la vista cuando llegamos
al río. Primero, estamos “hundidos” en el seno de un barranco justo en el punto
de transición en el que pasa de congosto de caliza muy estrecho a cauce ancho
por la composición terrosa de esa zona cuyo discurrir del Alcanadre ha hecho gran
mella. El agua es cristalina como para ver el detalle de la última piedra del
fondo y la zona toma forma de un espectacular meandro. Si os pasa como la
última vez que estuve, veréis unas cabras semisalvajes a sus anchas en los
riscos del congosto calizo, pastando tranquilamente.
Como perfecto complemento y explicando por qué el paraje
tiene el nombre que tiene, nos encontramos una fuente de agua fresca y límpida
que, a falta de que nadie me diga lo contrario, se puede beber sin problemas
porque yo recargué las botellas de agua para la vuelta, que para eso es toda
cuesta arriba. Por favor, no dejéis desperdicios (Bierge, por ejemplo, se ha
convertido en un vertedero) Es más fácil que cada uno coja su pequeña bolsa de
basura que el hecho de que tenga que bajar de propio una brigada a limpiar por
culpa de las personas incívicas.
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