domingo, 9 de diciembre de 2012

Baldellou: el congosto de juguete (1h 15')

La comarca de La Litera (Huesca) está dividida en dos. La Litera alta es como un microcosmos en el que se reproducen patrones de paisaje que más tarde se expanden en el Prepirineo y el Pirineo. Sus montes y barrancos tienen una escala más pequeña que sus hermanos mayores del norte. Por eso el título (cariñoso) de esta andadeta es el "congosto de juguete", que es así como llamo al barranco de Badellou.

Tomando como punto de partida la localidad literana de Binéfar, se accede a Baldellou tomando la autonómica que pasa por Tamarite y Albelda. Cerca de la frontera con Cataluña nos desvíamos a la izquierda hacia Castillonroy por una pequeña carretera que cruza las Chesas, curiosas colinas a base de yeso que sirven de frontera natural entre Litera Alta y Baja. Ya en el otro lado y tras cruzar la nacional 230 que lleva a Viella, giramos a la derecha entrando en Castillonroy y cruzamos el pueblo en busca de la carretera de Baldellou. Una vez llegada a esa localidad, tengo por costumbre atravesarla y parar justo en el cartel que recoge el nombre de la villa, en un rellano de la carretera. (enlace a la ruta en coche http://bit.ly/RjHhhR )

Me he pillado una aplicación para el móvil que se llama Endomondo. Así que os podré dar algunos datos más afinados de lo que suelo, nada más que por hacer funcionar la pichorradeta esa. La ruta tiene unos seis kilómetros y medio y se puede hacer perfectamente en una hora y cuarto. De hecho, el cacharro ha tenido el valor de decirme que en algunos tramos iba a paso de tortuga. ¡¡¡Será porque me he parado a hacer fotos!!!

Una vez aparcado el coche, tenemos que andar unos 2,5 kilómetros por la carretera que lleva de Baldellou a Camporrells por el barranco del Regué hasta llegar al inicio del sendero. El primer kilómetro y medio es de subida suave que por asfalto es bastante asequible. A partir del primer kilómetro nos adentramos en bosque de pinos. Luego, hasta llegar al inicio del sendero, cerca de la boca del primer túnel que hay en dicha carretera, es cuesta abajo. El trayecto nos lleva algo menos de media hora.

A partir de aquí, entramos en el barranco siguiendo la señal de la izquierda

 Al cabo de esos 2.500 metros nos salimos de la carretera y entramos en el barranco de Baldellou como nos dicta una señal de madera. Nos llevará unos diez minutos llegar hasta un pequeño embalse y una presa ante los que vale la pena pararse un instante para apreciar el paisaje. Y es a partir de ahí cuando durante unos cinco minutos escasos vamos por el interior del barranco, al lado mismo del cauce rocoso del río. Sin duda, es la parte más bonita de esta andadeta; por lo tanto, cámaras preparadas.

Dentro del barranco
 Llegamos al final de la parte más estrecha del barranco con un cuarto de hora de recorrido a nuestras espaldas y vemos el inicio de un camino y cómo el congosto se va abriendo. Nos dirige a un antiguo puente de tierra y piedra sobre el que pasa una canalización del agua que baja del barranco y que nos acompaña durante todo el camino. Se puede considerar que el barranco acaba en ese punto y salimos a campo abierto.

Llegamos al final del barranco, nos damos la vuelta y decimos ¡Hasta Otra!
Andamos sobre un camino de tierra durante unos quince minutos hasta que vemos de nuevo la localidad de Baldellou. Como es una andadeta corta, me permito el lujo de incluir una rápida visita al núcleo urbano. Crucemos la carretera por donde hemos subido con el coche para tomar una calle asfaltada al otro lado que nos dirige a la torre de Pubill, una espectacular fortaleza defensiva bastante deteriorada. Tras pasar por el callejón de la cárcel, os recomiendo recorrer las tres calles más próximas. En un alarde de originalidad se llaman: calle Arriba, calle El Medio y calle de Abajo.

Torreón de Pubill

calle de Baldellou
Muchas de las casas de Baldellou tienen unas fachadas muy cuidadas además de identificar con una placa el nombre de la casa, algo muy tradicional en Aragón y que no tiene por qué corresponderse con el apellido de la actual familia que habite el inmueble. Bajando por la plaza de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción llegamos a la carretera que, tras seguir hacia arriba unas decenas de metros nos devolverá a nuestro coche.

¡¡¡Buena Andada!!!




sábado, 8 de diciembre de 2012

Estepa y tomillo: La ruta del Saso de Castelflorite

Tengo especial querencia por el monte y la montaña. Me apasionan sus paisajes, sus cumbres, sus barranqueras y ríos bravos. Y las montañosas son zonas muy agradecidas para el paseante. Pero de vez en cuando me gusta cambiar de entorno porque si algo aprecio de la provincia de Huesca es su variedad de paisajes; una variedad mayor de lo que muchos piensan. Y es que tenemos tanto llano como montaña, aunque la gente de fuera enseguida le asoma a la boca la palabra Pirineos cuando les hablas del Altoaragón.

Una de esas zonas llanas con mayor personalidad es el paisaje estepario de los Monegros. O lo que queda de él ya que los riegos han transformado muchos de los antiguos eriales. ¡¡¡Hasta he visto cultivar arroz!!! Pero aún quedan vestigios de ese antiguo "desierto" de Los Monegros, como lo que aquí denominamos sasos. Aunque es una palabra que tiene diferentes significados según la zona, en lo que nos toca hoy se podría calificar como un altiplano conformado por terreno pedregoso y poco apto para el cultivo. Por eso, precisamente, mantiene la esencia del paisaje inherente a esa comarca.

El Saso de Castelflorite
Recorremos en esta andada la Ruta del Saso, que se encuentra a unos tres kilómetros antes de llegar a la localidad monegrina de Castelflorite. Si tomamos como punto de partida la ciudad de Monzón, hay que dirigirse por la carretera de Alcolea y tomar en Conchel el desvío que indica a Castelflorite. Fijaos en la distancia que hay y descontar unos tres kilómetros para calcular el acceso al inicio de esta ruta. Está después de una curva pronunciada cogiendo un camino a la derecha, que nos lleva al pie del extremo del Saso que vamos a visitar.

Tras dejar nuestro vehículo, tomamos el sendero que rodea el Saso por su base, haciendo caso del letrero que encontramos en el punto de partida y estando muy atentos a los distintos postes que se encuentran semienterrados y en un estado demasiado deteriorado para mi gusto para ejercer bien su labor de guía. Durante unos 15 minutos, aproximadamente, llaneamos por la base del Saso. Si os habéis fijado en las formaciones rocosas de la montaña, os chocará la estructura arenosa de esta meseta. Parece que con paciencia infinita podrías excavarla porque la tierra se desmenuza en tus manos.

El terreno es arenoso y con mucha concentración de cal
La escasa fijación que permite y la alta concentración de cal que se advierte en las manchas blancas que jalonan el Saso explican porque la vegetación se limita a plantas de monte bajo, sin ningún árbol a la vista. En ese cuarto de hora inicial también os recomiendo que miréis al lado derecho del camino, donde comprobaréis los estragos que han provocado las duras inclemencias del tiempo sobre un terreno tan frágil. Aquí y allá se aprecian dolinas, hundimientos del terreno con rocas y tierra colocados de una manera que parece que se han desprendido cinco minutos antes.

La fuerte erosión provoca continuos desprendimientos
Entre el minutos 15 y 25, el camino se va separando del monte, aunque tenéis que seguir por el camino que más cerca esté de la meseta esteparia. Tras vadear un pequeño barranco seco, ascendemos por una ladera hasta dar a una pista de tierra apta para la circulación de vehículos. Es la que nos permitirá ascender hasta la llanura sobreelevada del saso; una impresionante extensión ocupada tan solo por plantas de tomillo, excepto algunas almendreras cultivadas por el hombre. Nos tomará unos diez o doce minutos.

La cima del saso es un extenso tomillar

Una vez llegados a esta cima llana, tomaremos el camino de la izquierda que rodea el saso, esta vez por arriba. Nuestra ruta culmina en el extremo del saso desde el que podemos ver nuestro vehículo como si lo pudiéramos alcanzar tan solo bajando por la ladera. Aquí, tomaos un respiro, aunque la altura no es mucha, como el resto del terreno es llano ahí abajo, las vistas son impresionantes. Además, si miramos hacia el norte tenemos una sobrecogedora panorámica de los Pirineos que he tenido la fortuna de ver nevados en esta visita.
Este altiplano ofrece unas vistas espectaculares

Cuando os hayáis empachado de postales, será momento de bajar con la tranquilidad que da el saber que el resto del camino es cuesta abajo, por lo que os costará unos diez minutos menos que cuando habéis hecho el camino de ida.

¡¡¡Buena Andada!!!


jueves, 6 de diciembre de 2012

Alquézar-barranco de Lumos

Alquézar es una preciosa localidad de la sierra de Guara (Huesca) que ya he visitado en distintas ocasiones. Pero nunca deja de ofrecerme rutas nuevas que recorrer y, además, ajustadas a nuestra horeta y media. Esta vez ha sido una buena amiga la que me ha descubierto este bonito paseo que lleva desde el núcleo urbano hasta el barranco de Lumos.

Tras aparcar nuestro vehículo nos dirijimos a la plaza Rafael Ayerbe, cruzando el casco antiguo de la localidad. Subimos por la calle San Lucas donde vemos el inicio del sendero. Salimos de Alquézar llaneando unas decenas de metros por un sendero que, tras una pronunciada curva, inicia el ascenso hasta el alto de San Lucas.
Subiendo al alto de San Lucas
De allí parten varios itinerarios; seguimos el que se interna en el barranco del Vero por la ladera hasta llegar al mismo fondo a lo largo de un poco más de un kilómetro, en sentido a Asque. Hay que tener cuidado por la mezcla de piedra suelta y suelo arcilloso en el camino. Os lo digo porque yo me metí un buen culazo. En tramos de la pateada hay barandas de madera que van bien para asegurar el paso.
Vista del barranco del Vero
El sendero va descendiendo gradualmente ofreciéndonos espectaculares vistas del congosto, miremos a derecha o a izquierda. Por eso, os recomiendo que vayáis parando y disfrutando del paisaje. Al cabo de una media hora de haber comenzado, llegamos al espectacular entorno del puente de Villacantal; un paso de piedra (¡¡¡ojo, sin barandilla!!!) que nos permite superar el cauce.

Puente de Villacantal
El barranco es espectacularmente estrecho en esa zona del puente y, como curiosidad, hay una fuente natural, es decir, cuya agua no está tratada. Es momento de ascender unos doscientos metros aproximadamente por el interior de un pequeño barranco que tributa en el Vero, el congosto de Lumos.

Inicio del barranco de Lumos
Llegaremos a una encrucijada de senderos. Podemos seguir por el barranco Lumos arriba. Dejarlo tomando el sendero de la izquierda a la Cueva del Trucho y el Covacho de Arpán. O coger el sendero a nuestra derecha hacia la localidad de Asque.

Pues no tomé ninguna de esas opciones sino que volví sobre mis pasos porque ya llevábamos unos tres cuartos de hora de camino y, sumando la vuelta, ya tenemos nuestra horeta y media de paseo.

¡¡¡Buena andada a todos!!! 


lunes, 3 de diciembre de 2012

Senderus Interruptus: Alquézar-Asque

No os asustéis por el título, que el sendero entre estas dos poblaciones separadas por el cañón del Vero se puede realizar sin ningún problema. El caso es que era un domingo después de tomar unos tragos la noche anterior y remoloneé tanto que casi me quedo sin pateadica, lo que me hubiera costado una rayada de cabeza del quince. Pero vamos, que me quedé a un tiro de piedra de Asque, como si hubiera llegado.

Alquézar es una de las localidades más bonitas de la sierra de Guara, y yo diría que de la provincia de Huesca. No en vano está declarada conjunto Histórico-Artístico. A Alquézar se llega desde Barbastro en poco más de veinte minutos. Como localidad preparada para el turismo, podéis aparcar en los estacionamientos de la parte superior del pueblo. Coged desde allí cualquier calle que baje y aseguraos de llegar a la plaza en la que se encuentra el frontón.

De ahí, seguís bajando por la iglesia parroquial hasta dar a la derecha con otro pequeño aparcamiento. Atravesadlo y ya encontraréis a la izquierda el sendero que indica la ruta de Asque, algo más de cuatro kilómetros para llegar y otros tantos para volver en los que podéis invertir unas dos horas yendo a la marcheta.

La ruta es fácil de resumir en pocas palabras. Tenéis una bajada del copón hasta el fondo del barranco del río Vero y luego una interesante subida hasta llegar al borde superior del barranco por el otro lado y encontraros Asque. Así que esto no es llanear, si queréis hacer este sendero os ha de apetecer un poco de ejercicio de piernas.
Iniciamos el sendero y dejamos atrás Alquézar

Volvamos al principio. A los diez minutos más o menos de tomar el sendero que os comentaba y tras ignorar y dejar a un lado el camino a las pasarelas del Vero, del que ya os hablaré otro día, nos encontramos una pequeña ruta más ancha que hemos de coger dirigiéndonos hacia el barranco. Vale la pena hacer una primera parada para contemplar una impresionante estampa vertical que nos permite ver desde el fondo del congosto hasta una Alquézar encaramada en las rocas.

Otros diez minuticos y llegamos al fondo del barranco. Os recomiendo que si váis con tiempo os toméis otro respiro. Tenéis por un lado un antiguo molino que aprovechaba las aguas del Vero y por el otro el bonito puente de piedra de Fuenbaños. Como nos dice en el cartel informativo, un puente no era nada habitual. Costaba una pasta y era la última y más cara solución para salvar el río después de otros sistemas como pasarelas de madera, por ejemplo.
Puente de Fuenbaños

 El correr del agua cristalina nos transmite paz y energía para encarar la subida tras cruzar el río. El sendero está muy señalizado y cuenta con barandillas, primero de madera y luego de metal. A los cinco o diez minutos de haber empezado la cuesta (tomárosla con calma) tenemos otra vista preciosa del barranco aguas abajo. El sendero serpentea y tenemos que lidiar con piedra suelta en el suelo que nos puede dificultar algo la andada.
Algunos puntos del camino proporcionan vistas espectaculares
  Aunque seguimos ascendiendo, dejamos de vista el río para encaramarnos a la parte superior del otro lado del barranco. El estrecho sendero muere en otro más grande y un pequeño cartel nos dice que a Asque se va por la derecha. Cinco minutos después, aproximadamente, tenemos otro punto que nos proporciona una espectacular vista de Alquézar. La cuesta dura un poco más pero se va suavizando hasta que, llaneando, divisamos la localidad de Asque. El bosque de carrasca que ocupaba por entero el paisaje convive ya con algún campo de cultivo.

Aquí es donde me quedé yo, a lo que debían de ser unos diez minutos de ida y otro de vuelta, pero intuyo que el camino ya no registra ninguna bifurcación hasta llegar a Asque. A ver si alguno de vosotros váis y me lo confirma.

Buena andadeta

sábado, 1 de diciembre de 2012

La Selva de Cagicos: De Lecina a Almazorre

Últimamente, estoy optando por elegir un lugar y desde ahí, en sucesivas jornadas, realizar los distintos senderos que parten de dicho sitio. Para una personas como yo, despistada en el día a día y con una programación de las andadas más bien escasa, es un buen sistema para no estar pensando constantemente adonde dirigir mis pasos.

Toda esta perorata para deciros que si la anterior andada me llevó de Lecina a Betorz (yendo hacia al noreste más o menos), la que hoy os cuento se inicia en la misma localidad y me lleva a Almazorre (yendo hacia el este) Y aún os reservo una tercera que, hacia el oeste, me llevó del mismo punto de partida a unas interesantes cuevas con pinturas rupestres. Aún así va bien explicar que para llegar a nuestro destino hemos de tomar en Barbastro la carretera que lleva a Alquézar. Poco antes de esta localidad nos desvíamos por la carretera de Colungo, que nos surge a la derecha, y tras pasar por algunos interesantes parajes entre collados y barrancos, nos internamos en un bosque donde vemos a la izquierda el desvío a Lecina y Betorz. (enlace al mapa en viamichelin.es http://bit.ly/SC9Tzq)

A la entrada de la población hay un aparcamiento ideal para dejar nuestro vehículo e iniciar nuestra andada. Tras internarnos en Lecina, veremos a la derecha una calle estrechica en la zona de la plaza principal. Siguiendo esta especie de pasillo restaurando con el aire rústico que tanto les gusta a los de ciudad, el camino de bifurca. Cogemos el senderio de la derecha que ya vemos indicado como a Almazorre. Pone que se tarda hora y cuarto y se ajusta bastante a la realidad. Por cierto, gracias por poner la duración del trayecto. ¿De qué sirven tantos carteles que hay por el monte si no te dicen si te va a dar tiempo a llegar al destino?
Sendero a Almazorre
Como el sendero a Betorz, el de Almazorre está muy bien señalizado y vamos flanqueados por muros de piedra de alrededor de un metro de altura que delimitan las lindes de las fincas. Durante esa parte del trayecto, internados por el bosque, vamos realizando subidas y bajadas lo que hace el camino muy ameno pero nos obliga también a dosificar las fuerzas pensando en la vuelta. En nuestro camino vadeamos dos pequeños riachuelos que discurren en sendos barrancos. Entre los elementos más destacados del camino hay un gran cajico, que está señalizado. Allí tomamos el sendero a la derecha.

Cagico monumental
En el último tramo, dejamos el bosque y paseamos por una pista de tierra por campos de secano. Ya podemos ir divisando el pueblo que se encuentra en un alto. Aún tenemos que bajar al lecho de un río, cruzarlo (es fácil, no es caudaloso) para volver a realizar una pronunciada subida que nos llevará al pueblo. En la parte más alta nos encontramos la iglesia de San Esteban de Almazorre.

San Esteban de Almazorre



jueves, 29 de noviembre de 2012

Colores del otoño entre Lecina y Betorz

Soy un apasionado de la sierra de Guara. Mi familia procede de la zona norte, la que linda con los llanos pirenaicos antes de las impresionantes cumbres de esa cordillera que compartimos con Francia. Además, vivo en el llano muy cerca del sur de este parque natural. Por ello, puedo decir que conozco bastantes lugares de este merecido parque natural que me entusiasma recorrer, tanto los más conocidos como otros menos populares.

De este segundo caso destacaría Lecina, localidad ubicada a 761 metros de altitud en el extremo oriental de la sierra de Guara, en la provincia de Huesca. Se trata de un pueblo en el que se ha realizado un importante trabajo de restauración con resultados encantadores. Tiene atractivos como su espectacular carrasca milenaria. Pero además, es punto de partida de distintos senderos de una duración que se ajusta al tiempo de estas andadas que os propongo. Por eso no será ésta la única vez que hablaremos de la zona.

Lecina

Hay que decir que a Lecina se accede por una pista asfaltada que parte de una carretera de gran valor paisajístico que une Colungo con Aínsa. Se accede a esta vía por la carretera que une Barbastro y Alquézar, donde poco antes de llegar a la segunda población se ve el desvío a Colungo.

Hoy iremos de Lecina a su vecina Betorz, a alrededor de mil metros de altura. Como podéis comprobar, son alrededor de doscientos cincuenta metros de subida en aproximadamente una hora de ida, pero no se hacen duros si se hacen tranquilamente porque la propia andada alterna subidas y bajadas en ambos sentidos. El sendero está perfectamente marcado y vamos una gran parte del trayecto protegidos por paredes de piedra a ambos lados del mismo, restos de las antiguas lindes de las fincas agrícolas.

El sendero está perfectamente señalizado

Yo que he ido en pleno otoño puedo decir que el paisaje boscoso por el que transitamos recoge una amplia gama de colores típicos de la época, desde los verdes perennes a los ocres, naranjas, amarillos y otros tonos propios de la vegetación caduca. La naturaleza comparte espacio con campos de cultivo, la mayor parte de ellos yermos, y algunos restos señalizados de la presencia humana como un antiguo cubierto agrícola al lado de un aljibe y lo que parece una fuente.

El otoño es una época fantástica para hacer esta ruta

A falta de veinte minutos para llegar vamos a dar a una pista de tierra que en pocas decenas de metros desemboca en la pequeña carretera asfaltada que une Lecina y Betorz. Tenemos que cruzarla porque el sendero se retoma al otro lado. Ya queda el último repecho, gran parte de él por un espectacular suelo de roca madre hasta que llegamos a Betorz cuyas casas se escalonan debido a la pendiente del terreno.

Vale la pena darse un paseo y respirar la tranquilidad de este pueblo, como el de tantos que luchan por sobrevivir. Así, podemos ver casas derruidas con otras recuperadas por sus habitantes o los descendientes de estos que, aunque sea en fin de semana, se niegan a dejar perder este legado. Eso sí, tampoco hay que encantarse mucho que hemos hecho la mitad del camino y tenemos que volver.

Pista asfaltada entre Lecina y Betorz

Podéis regresar por donde habéis venido o como hice yo, bajar por la pista aslfatada para hacer una especie de circuito. La carretera transcurre, curva y contracurva, por un paisaje boscoso impresionante por su extensión y por la tranquilidad que se respira hasta que llegamos de nuevo a Lecina.



viernes, 16 de noviembre de 2012

Las salinas milenarias de Peralta

Esta andada tiene un atractivo excepcional: las salinas de Peralta. Ya funcionaban en tiempo de los romanos pero se sospecha que podrían tener un origen anterior. Su explotación duró hasta mediados del siglo XX. El conjunto, tristemente abandonado, tiene un grandísimo potencial como centro de interpretación al aire libre, ya que contiene vestigios de casi dos milenios. Ahí es nada.
Lamentablemente, las salinas están en estado de abandono
A Peralta de la Sal llegamos desde Binéfar por dos caminos, según nuestro humor. Ambos coinciden hasta San Esteban de Litera pero, finalizada la recta que precede a esta localidad literana, tenemos una carretera a la derecha que lleva a Peralta directamente y otra, a nuestra izquierda, que nos llevará a nuestro destino pasando por Azanuy. Desde Monzón, tomaremos la carretera que pasa por Almunia de San Juan y la mencionada población de Azanuy. En cualquier caso, recorremos poco más de veinte kilómetros en una media hora, si vamos en coche.

Nuestro itinerario a pie se inicia saliendo de Peralta por la carretera en sentido a Purroy de la Solana. Nada más dejar el casco urbano encontramos a la derecha un camino que está asfaltado hasta las piscinas municipales y la zona deportiva. Ya convertido en camino de tierra, seguiremos a la izquierda. A poco más de un kilómetro, el camino se bifurca. Hacia la derecha, se va a Zurita por el sendero del mismo nombre. Esa ruta la dejamos para una ocasión futura. Giramos hacia la izquierda y a escasos centenares de metros nos encontramos con las impresionantes salinas de Peralta.
El tamaño de las salinas es impresionante
A la entrada del conjunto, en franco deterioro y apreciable estado de abandono, nos encontramos un panel informativo. Colándonos entre las primeras piscinas y una nave abandonada, volvemos a hallar más información sobre la importancia que para Peralta y localidades vecinas tuvo la industria de la sal, que llegó a ser exportada a lugares lejanos.

Es un paisaje lunar. Una ciudad muerta. Ante mis ojos, decenas de piscinas en las que se antiguamente se estancaba el agua del torrente de agua salada que baja de los montes cercanos, vestigio del mar que un día cubrió Aragón. El agua iba corriendo y la sal se iba decantando en un intrincado sistema de canalizaciones. Aún se pueden apreciar los resultados del proceso en varias de ellas cubiertas con alfombras blancas y rosadas de cristales de sal. Enrevesadas calles comunican este sistema de estanques y canalizaciones.
Algunas "piscinas" aún contienen sal

Situándonos de nuevo a las puertas de las salinas de Peralta, hemos de dirigirnos hacia la derecha. Hay un sendero que bordea este complejo por ese lado y que, llegado el momento, nos hace ascender un fuerte repecho. Allí nos encontramos una señal que nos orienta. Serpenteamos en sentido ascendente, obteniendo una impagable visión del conjunto de las salinas y el paisaje del monte literano. Hay que estar atentos ya que no está muy bien marcado el camino.

El bello paisaje del secano literano
Éste bordea por la izquierda una zona de campos de secano en un terreno que ya llanea. Rodeándolos, encontramos un camino de tierra que muere en otro algo mayor. Es entonces cuando hemos de girar hacia la derecha y descender hasta una balsa. La bordeamos y nos dirigimos a la izquierda siguiendo el camino y desatendiendo el sendero marcado porque está muy mal cuidado y la maleza nos impedirá desplazarnos con comodidad.

Ese camino de tierra, paralelo al sendero, topa en una de sus curvas con el final del barranco de Gabasa, lugar en el que finaliza otra de nuestras andadetas publicada en un número anterior; aquella que nos descubría este pequeño y pintoresco congosto de la localidad literana.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Gabasa, el barranco más popular de La Litera

Que La Litera Alta es el aperitivo de las estribaciones montañosas que la sierra del Montsec y el Pirineo ofrecen en su máximo esplendor algunos kilómetros más al norte, debería ser de todos bien sabido. Yo, como literano del llano, siempre asocié mi comarca a una sucesión de campos de cultivo, planicies y granjas. No fue hasta hace unos quince años cuando, al empezar a trabajar de corresponsal periodístico en esta zona y sacarme el carné de conducir, descubrí que, más allá de las chesas, había un grupo de pequeños pueblos encantadores en los que ya se podía respirar el ambiente montañés. Alins del Monte, Baells, Baldellou, Peralta, Camporrells, Castillonroy…incluso Estopiñán antes de que la comarcalización se lo llevará a la Ribagorza.
Gabasa
Pues bien, uno de los rincones más bonitos de La Litera es, sin duda, Gabasa. Esta localidad, con 16 habitantes censados, es una de las menos pobladas de la demarcación. Está incrustada en el Barranc de Gabasa, de indudable belleza paisajística y por el que discurre el río del mismo nombre, afluente del Sosa. Por ahí paseamos en esta ruta.

Digamos que Gabasa se encuentra a mitad del citado barranco. Así que se puede ir hacia arriba o hacia abajo. Para hacer la ruta más atractiva, os propongo ir al extremo más alto y hacer la totalidad del barranco por un sendero perfectamente marcado.
Inicio del sendero
Pero lo primero es lo primero. A Gabasa se accede por una carretera que viene de Peralta de la Sal. Hasta Peralta se puede llegar desde San Esteban por dos rutas diferentes: una con más curvas pero paisajísticamente más interesante, en mi opinión; y la otra cruzando el puente de un Sosa seco y pasando por Azanuy. Desde Monzón, la ruta ideal es dirigirse a Almunia de San Juan, de ahí a Azanuy hasta que llegamos a Peralta y, posteriormente, a Gabasa. De Binéfar a Gabasa hay 26 kilómetros que se realizan en algo más de media hora. De Monzón a Gabasa, curiosamente, hay también 26 kilómetros por lo que la duración del trayecto se supone la misma.

Una vez aparcados en Gabasa (junto a la marquesina es un lugar bastante aceptable, no es recomendable internarse en coche en el pueblo) tomaremos la carretera que va a Purroy de la Solana, ya en la Ribagorza. Al cabo de un par de kilómetros, veremos que, a nuestra derecha, una señal nos indica el inicio, unas decenas de metros después, del barranco de Gabasa. El sendero está perfectamente marcado y sigue el cauce del río.

Unos doscientos metros después de iniciarse el sendero, tenemos el rincón más espectacular con una cascada que baja desde la ladera. Allí hay una mesa con bancos para disfrutar de un buen pic nic a la fresca. Durante todo el camino, habrá otras mesas y bancos en lugares estratégicos para permitir el descanso del paseante. Además, en zonas más escarpadas, escalones y barandillas permiten afianzarse y bajar con seguridad.
Uno de los rincones más espectaculares
Al cabo de unos 25 minutos, llegamos a la localidad de Gabasa. Cerca de una pequeña laguna artificial hay un puente sobre el barranco que nos indica que, siguiendo el congosto, se puede llegar hasta Peralta de la Sal por las salinas. El segundo tramo es igualmente espectacular y algo más salvaje ya que parece menos transitado.
La vegetación en el barranco es exhuberante
Al cabo de unos tres cuartos de hora, acaba el barranco y llegamos a la curva de un camino que tomaremos a la derecha. Subido un repecho, volvemos a tomar un desvío hacia la derecha, acabando en la carretera que une Peralta y Gabasa. Tras unos diez minutos yendo por la carretera (¡¡¡Cuidado, peatón. Siempre por tu izquierda!!!) llegamos hasta nuestro coche aparcado en Gabasa.

Nos vamos de paseo

Hay un punto intermedio entre quedarse en casa y cascarse ocho horas para ascender a una cumbre. Os propongo en este blog una serie de amenos paseos que duran aproximadamente hora y media, unas veces un poquico más y otras veces, algo menos. Así los podéis hacer en cualquier época del año y, lo que para mi es más importante, no tendréis que madrugar.

Aunque en alguno hay algún repecho que otro, en general son andadetas para todos los públicos: solos, con amigos, con los críos... Una cosa importante es que no solo son pateadas por lugares que todos conocemos como Guara y Ordesa sino que os comentaré rutas que se pueden hacer en comarcas menos dadas a este tipo de actividades pero en las que también se han hecho esfuerzos para dar a conocer sus senderos.

Nada más, ¡que vaya bien la andada!